AZAÑA, MANUEL
Leídos más de setenta años después, los discursos sobre el Estatuto de Cataluña pronunciados por Ortega y por Azaña pueden provocar la sensación de que algunos de los problemas suscitados entonces siguen abiertos. Esta interpretación del presente político de España como una estricta continuación del pasado puede llevar a creer que, pese a todas las fórmulas intentadas, queda pendiente la tarea de hallar un arreglo para las relaciones entre las instituciones centrales del Estado y las autonómicas. En realidad, ese arreglo ya existe, y la confirmación de que ya existe radica en lo que se suele tomar por una prueba de lo contrario; radica en que se sigue debatiendo, siempre según los procedimientos establecidos, de la estructura y la organización del Estado. ¿Es que, acaso, el debate político consiste en otra cosa?